octubre 30, 2009

Para estas épocas

disfrazar, h. 1460, 'enmascarar'. En catalán disfressar, fin s. XIV, port. disfarçar (antiguamente disfraçar). De origen incierto. Como la forma desfrezar existió también en castellano, y en las tres lenguas romances peninsulares el vocablo tuvo, sobre todo en lo antiguo, la acepción 'disimular', s. XV, es probable que derive de freza y sus congéneres, s. XIII, en el sentido de 'huellas o pista (de un animal)': entonces disfrazar sería primitivamente 'despistar, borrar las huellas' y sólo después 'desfigurar' y 'cubrir con disfraz'. En cuanto a freza, deriva del verbo frezar, lat. vg. *FRICTIARE 'rozar, frotar' (a su vez deriv. de FRICARE 'restregar'). La documentación más antigua de esta voz en catalán hace sospechar que el vocablo se propagara desde allí, lo cual explicaría el cambio de e en a.

Tomado de: COROMINES, Joan. Breve diccionario etimológico de la lengua castellana. Madrid: Gredos 2008. (1a ed.: 1961).

octubre 22, 2009



Un texto de José Quetglas que me gustó mucho:

octubre 21, 2009

Zeitgeist

Acabo de ver un documental muy emocionante, un impuslo buenísimo, afirmación total de la onda que he escogido. El "empujón" que necesitaba: ZEITGEIST

Me uno al movimiento por la creación de
WEAPPONS of
MASS
CREATION

Sólo una cita: "El término terrorista es una distinción vacía designada para cualquier persona o grupo que elija desafiar al establishment" Visto así.... vale, los estudiantes somos terroristas.

octubre 17, 2009

viernes 7 am

Adolf Loos y yo, él al pie de la letra, yo de palabra, no hemos hecho sino mostrar que hay una diferencia entre la urna y el orinal y que con esta diferencia juega la cultura. En cambio los otros, los defensores de los valores positivos, se dividen en dos grupos: los que confunden la urna con un orinal y los que confunden un orinal con una urna. Karl Kraus

Ayer estuve de metida en una clase de Juan Carlos Aguilera sobre A. Loos y A. Schöenberg. Luego proyectar una foto de Loos, saltó, sin previo aviso, al esquema de la dodecafonía (ese de los números y las elipses que no he podido encontrar). Inmediatamente -si no me lo hubiera dicho y no hubiera investigado un poquito la noche anterior- habría surgido en mi cabeza la pregunta: ¿qué tiene eso que ver?

(Qué bueno es cuando las clases empiezan con dudas. Mientras él hablaba miré alrededor las caras de los estudiantes: desconcierto. Esa cara que debimos tener todos en la primera clase con Talavera, por ejemplo, cuando no entendíamos casi nada de lo que nos decía, y que nos obligó a leer, preguntar, buscar, para poder seguirle el hilo.)

Siguió con un recorrido corto por Schöenberg, Webern y Berg -los tres vieneses- y su preocupación por replantear el sistema musical, desmontar, recomponer; ahí entró Loos, preocupado por hacer la misma operación pero en la arquitectura. Y así fue paseando por la Viena de las primeras décadas del siglo veinte, llendo de la música a la pintura, del periodismo a la arquitectura... soltando datos, explicando ideas, poniendo videos hasta armar un retrato difuso. Una suceción encantadora de hipervínculos que me dejó muy antojada de oirlo, leerlo, verlo todo.

Me alegra que personas así vuelvan a la universidad. Mucho que aprender de él, de su experiencia en Barcelona, de su conocimiento de la música, de su interés por el cine...





octubre 11, 2009


Iremos a ver qué tal... Está buenísimo que surjan editoriales colombianas especializadas en arquitectura.

octubre 08, 2009

CONEXIONES

Ayer estuve en una conferencia de Jesús Martín Barbero (que ojalá podamos conseguir y subir) en la que habló de la importancia, e incluso la necesidad, de los nuevos medios en la educación. Se refería él sobre todo a la escuela -a la educación básica y secundaria- pero lo que dijo se conectó tanto con lo que he estado pensando últimamente sobre la universidad, que me emocionó.

Es lindo y un poco tranquilizador escuchar a un hombre de su edad hablar sobre los nuevos medios, oirlo decir que el sistema educativo es como un dinosaurio, criticar la absurda guerra que le ha declarado a los medios y a las actuales posibilidades de comunicación, y finalmente preguntarse: "¿y si lo que estuviera fuera del mundo fuera la escuela"? o "¿cuál es el sentido de la educación en la era digital?"

Define él la comunicación como "lo que pasa entre la gente", criticando la idea de la comunicación como "transmisión", y al mundo le da el sentido del lugar -¡al fin!- de los desarraigados, donde cualquiera cabe, donde cualquiera tiene un espacio. Entonces parece nacer una alternativa, una idea que supere la angustia del hombre desarraigado en la ciudad moderna, del hombre invisible; esa angustia del siglo XIX y XX con la que los individuos olvidados parecían gritar desesperadamente :¡estamos acá!, ¡seguimos siendo!

Pero lo que me pareció más lindo fue una de sus primeras afirmaciones: [parafraseando] Internet es la utopía de la anarquía realizándose. Y ahí pensé una vez más en Ciudades del Mañana, de Peter Hall (la cita del primer post): el urbanismo y la anarquía.

Luego paseando, para completar, me encuentro con esto: "ARCHITECTURE IS NOT 2.0".

HIPERVÍNCULOS.

septiembre 17, 2009

Quiero empezar este blog con una cita del libro Ciudades del mañana. Historia del urbanismo en el siglo XX de Peter Hall.

Deliberadamente no he tratado de esconder mis prejuicios: creo que los padres anarquistas [del urbanismo], aunque poco realistas e incoherentes, tuvieron una magnífica visión de las posibilidades de la civilización urbana, lo cual es digno de ser recordado y celebrado; en contraposición, Le Corbusier, el Rasputín de esta historia, representa el urbanismo autoritario, cuyas malas consecuencias están siempre con nosotros. El lector puede no estar de acuerdo con estas afirmaciones, por lo menos con la desmesura con la que aquí se mantienen; debo decir que no he escrito este libro con la idea de mantener un cómodo concenso.


No negaré que siento una atracción, a veces evidente, a veces no, por aquellos que se oponen a un concenso intelectual o "gremial", refutando lo que todos deberíamos aceptar sumisamente (como por gracia divina). Quizás en otros lugares estas palabras de Hall sean vistas como una crítica más al urbanismo del Movimiento Moderno, pero para mí significa un poco más:

Desde el principio, algunos nos sentimos incómodos con la escuela. Unos sospechaban con qué se encontrarían, otros no, al entrar a una facultad que en otro tiempo fue importantísima en el que hacer arquitectónico colombiano. Hoy, tristemente, la escuela sufre de los mismo males que la Universidad entera: burocracia, desprestigio y una crisis de "identidad institucional" que se manifiesta en la falta de claridad de su papel en el desarrollo del país.

Hijos de un tiempo en el que no hay lugar para la "Revolución", en la que los hechos mundiales y nacionales nos dejaron apenas borrosos recuerdos de propuestas políticas alternativas; en la que todo es tan relativo que nos parece imposible creer en algo cuando confrontamos las convicciones ideológicas de nuestros padres con la apatía total de la generación siguiente (la de nuestros primos o hermanos mayores) criados obedientes por la televisión y quedamos atónitos. No somos ni una cosa ni la otra.

En esta época estudiamos en la Universidad Nacional: si bien en otro tiempo fue semillero de propuestas de modernización del país, cuna de pensadores, lugar de agitación política y social, centro de la vida intelectual nacional, hoy en día es otra cosa. Cargamos cotidiana e involutariamente con los vestigios de su historia. Movimientos políticos, actitudes éticas, desafíos morales y hechos que durante años construyeron su imagen y su esencia. Observamos escépticos y con desgano cuando a unos cuantos les da por tratar de revivir la historia o conservar la tradición y encubiertos se enfrentan con la policía, como si se tratara de un ritual del que olvidamos el mito. Soportamos apáticos y callados los comentarios burlones con los que nos etiquetan, ¿para qué combatir el imaginario popular? Pero en el fondo duele un poco.

Pues esta misma sumisión es la que parece prevalecer en la escuela de arquitectura. Algunos escuchamos lo que nos dicen con una duda constante y la inicial intuición que tuvimos va tomando forma: nos muestran un panorama incompleto. Desaforadamente buscamos otros ejemplos, otros puntos de vista, teorías alternas a las que escuchamos profesar diariamente en las clases, y lentamente vamos completando vacíos y haciendo nítidas nuestras críticas. Sin embargo una profunda timidez nos domina. Tendrá algo que ver con la sensación que tuvimos desde un principio al enfrentarnos a una disciplina desconocida e invisible aunque omnipresente: que nada sabemos. Tenemos ganas de gritar, de proponer cosas absurdas, de llevar la contraria, pero todos nuestros gestos son medidos, de una prudencia imbécil.

Tuve la fortuna de estudiar en un colegio que basaba la enseñanza en la discusión. Desaparecidas las jerarquías, planteabamos los problemas con naturalidad, argumentando, criticando, haciendo y deshaciendo sin miedo. Ahora, en la escuela, extraño terriblemente la discusión. Si el que se atreviera a contradecir fuera criticado o castigado sería ya triste, pero lo más angustiante es que ni siquiera parece haber posibilidades, espacios para ello. Los que opinan distinto simplemente salen (hablo de los maestros) o son mirados con escepticismo e incredulidad, como "bichos raros". Y uno termina en una carrera contra el tiempo y contra la academia, reventado por estudiar el doble para poder comprobar sus intuiciones y refutar algo en esa aparente verdad absoluta, rogando para que lo pongan a escribir una palabra con contenido crítico y no simplemente informativo y repetitivo.

Cansada de esta diatriba, grito afónico, seguiré leyendo a Peter Hall.





 
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